El show gratuito de Queen en Hyde Park consagró definitivamente a la banda.
El 18 de septiembre de 1970 se produjo la prematura muerte de Jimi Hendrix. Justo seis años después del trágico suceso, el 18 de septiembre de 1976, Queen organizaron un multitudinario concierto gratuito en el londinense Hyde Park para honrar la memoria del que fue uno de sus grandes ídolos.
Entre 150.000 y 200.000 personas acudieron a la llamada de Freddie Mercury de celebrar “un picnic frente al Serpentine” y pudieron presenciar el que, a día de hoy, sigue considerándose uno de los conciertos más míticos de la carrera del cuarteto.
El año anterior, Queen había publicado su cuarto trabajo, el brillante A Night At The Opera, que rápidamente se convirtió en su mayor éxito hasta la fecha, llegando al número 1 de las listas británicas y generando auténticos hit singles como “Bohemian Rhapsody” y “You’re My Best Friend”, que proporcionaron al grupo el empujón definitivo para convertirse en una de las bandas más populares del momento.
El cuarteto pasó la primera mitad de 1976 viajando incansablemente por medio mundo, llevando su incendiario directo a Estados Unidos, Japón y Australia, y, una vez finalizada la extensa gira, volvieron a su Inglaterra natal para empezar a preparar el material que conformaría su siguiente disco, A Day At The Races. Sin embargo, a finales de verano Queen regresaron a los escenarios para una pequeña gira británica de tan solo cuatro fechas que culminó con este monumental concierto al aire libre en Hyde Park.
Un show gratuito con el que la banda no sólo quiso homenajear a Jimi Hendrix sino también agradecer el apoyo a los miles de fans ingleses que, en el espacio de apenas tres años, les habían aupado desde las calles de Londres hasta el Olimpo del rock and roll. El 18 de septiembre de 1976 señala el momento exacto en el que Queen pasaron de ser uno de los grupos más exitosos de su época a convertirse en una de las bandas más grandes de la historia del rock.
Aprovechando un septiembre inusualmente caluroso en Londres, el concierto fue diseñado como un gran festival que se extendió a lo largo de todo el día y contó con las actuaciones de artistas como la Kiki Dee Band, Steve Hillage o el mismísimo Jerry Lee Lewis antes del show de Queen.
Kiki Dee había conseguido el mayor éxito de toda su carrera ese mismo año gracias a su dueto con Elton John en “Don’ Go Breaking My Heart” pero prefirió que el pianista no saliera al escenario de Hyde Park junto a ella para evitar que eclipsara su momento de gloria, optando en su lugar por sacar un muñeco de cartón piedra a tamaño natural de Elton durante la canción. Al parecer existe metraje de un indignadísimo Elton llamándole todo tipo de barbaridades a su “amiga” entre bambalinas durante la actuación de ésta.
Claro que el mayor incidente de la jornada tuvo lugar durante el show de Steve Hillage. El ex-guitarrista de Gong presentaba el clásico L pero su concierto llegó a un abrupto final cuando una plaga de abejas de Madagascar empezó a sembrar el pánico en Hyde Park, provocando un violento caos entre los miles de asistentes que casi acaba forzando la suspensión del festival.
Al final todo acabó en una anécdota pero la inesperada visita de las abejas forzó a Queen a salir al escenario con una hora de retraso respecto al horario previsto, obligándoles a recortar varias canciones de su repertorio. Pese a ello la banda inició su concierto con una energía imponente, arrancando con la atronadora sección final de “Bohemian Rhapsody” seguida de la épica “Ogre Battle”, una de las mejores canciones de su impresionante segundo disco.
Esta era la época de Queen, antes de que se entregaran al rock más comercial y radiofónico en los ochenta (aunque su directo siguió siendo demoledor hasta que se retiraron de los escenarios en 1986) pero también antes de que los singles más conocidos de la segunda mitad de los setenta como “We Will Rock You”, “We Are The Champions”, “Don’t Stop Me Now” o “Another One Bites The Dust” le arrebataran para siempre el lugar en el repertorio a maravillas de sus primeros discos como “Liar”, “White Queen”, “The Prophet’s Song” o la propia “Ogre Battle”.
Este giro ayudó a la banda a a amasar un éxito cada vez mayor y acrecentó su característico componente de grandilocuencia arena rock pero, en mi opinión, le restó un gran matiz de profundidad a su sonido. Los Queen de 1976 eran una banda totalmente única, que podía competir en intensidad sónica con Black Sabbath, exhibir una complejidad comparable a la de cualquier banda progresiva y sonar tan pomposa como un coro de eunucos interpretando una cantata de Mozart ataviados con tutús rosas, todo ello derrochando un glamour decadente a la altura de los Rolling Stones o David Bowie.
Esto queda patente cuando, después de un arrollador triplete hard rockero formado por “Sweet Lady”, “White Man” y “Flick Of The Wrist”, el grupo se lanza a un impagable medley que transita por todas las intensas tonalidades cromáticas de su compleja paleta sónica.
La secuencia arranca con la dulzura pop de sensibilidad casi Motown del “You’re My Best Friend” del bajista John Deacon para atravesar la estremecedora épica de la primera parte de “Bohemian Rhapsody”, vadear los afilados rápidos de ácido glam rock de “Killer Queen” y surcar la enfermiza cadencia eléctrica de la oscura “The March Of The Black Queen” para recalar de nuevo en “Bohemian Rhapsody” y su melancólica estrofa final antes de que “Bring Back That Leroy Brown” ponga la vacilona nota final con su juguetón ritmo de piano music hall. Nómbrenme otra banda que alguna vez haya sonado así. Para bien y para mal, Queen son la única.
El concierto continúa con el público totalmente entregado, cantando cada frase de cada canción mientras sus ídolos compaginan la sensibilidad acústica de “’39” con la sinfonía eléctrica conjurada por los delays de la Red Special de Brian May en “Brighton Rock”, la desgarradora delicadeza de un inmenso Freddie Mercury en “You Take My Breath Away”, la grandiosidad progresiva de “The Prophet’s Song” y la furia proto-metal de “Stone Cold Crazy”.
La traca final llega con los dos grandes clásicos de su debut de 1973, la coreable “Keep Yourself Alive” y la compleja “Liar”, para culminar con el majestuoso himno de estadio “In The Lap Of The Gods” en el que Mercury parece estar retando a los dioses para reclamar su trono en el reino de los cielos al levantar a todo Hyde Park en un ensordecedor cántico de esos que nunca nadie ha sabido ni sabrá liderar como él.
Las abejas de Madagascar dejan a doscientas mil almas sin intención de ir a casa con ganas de más, y es que al parecer la policía se había personado en el backstage y amenazó a Freddie con llevárselo esposado si se atrevía a salir a tocar un bis ya que, debido al incidente durante el show de Steve Hillage, el recital ya se había extendido 30 minutos más allá del límite señalado por el permiso que les había concedido el ayuntamiento de Londres.
El concierto señala la cima absoluta de la trayectoria de Queen, fue retransmitido en directo por la emisora de radio londinense Capital Radio y filmado en vistas a un hipotético documental que nunca llegó a rodarse. El metraje no tardó en filtrarse entre los seguidores de la banda, aunque con una calidad bastante deficiente, y durante años se ha especulado con una edición oficial del concierto que, sin embargo, nunca ha llegado a materializarse (sí se ha publicado por fin otro de los grandes hitos de la carrera del cuarteto: su concierto en el Hammersmith Odeon la Nochebuena de 1975).