Se puede escribir un libro entero sobre la hedonista y sobresaliente canción que compuso Freddie Mercury para el disco Jazz.
Se han realizado estudios médicos que la citan como la canción de rock y pop que nos crea más serotonina. En Gran Bretaña se hizo una encuesta en la BBC y salió elegida como la canción favorita para conducir. Se sabe que la primera impresión de Brian May no fue entusiasta, debido al mensaje libertino de la letra de Mercury, aunque terminó rendido a su calidad sonora. También que es el segundo tema más escuchado de la reina en Spotify.
Es una canción tan importante que incluso en la película Bohemian Rhapsody le hicieron un hueco tras terminar el filme con la actuación del Live Aid. Se podía escuchar mientras salían los acontecimientos posteriores de Mercury y los títulos de crédito acompañados de imágenes del clip original. De hecho, mucha gente se enteró que después sonaba The Show Must Go On en una edición editada para continuar poniendo títulos de crédito porque se terminaba el vídeo clip de la citada canción. Si no llegan a poner el vídeo, muchos se hubieran ido del cine con el ritmo contagioso y trepidante de Don’t Stop Me Now, que en la película sonaba en una nueva versión donde Brian May había añadido más guitarras.
Pero voy a centrarme en un aspecto muy peculiar de la obra, su ausencia de éxito en Estados Unidos en su época. Sí, aunque suene increíble, Don’t Stop Me Now fue un sonado fracaso en la llamada tierra de las oportunidades. Mientras en Gran Bretaña entraba en el número nueve de las listas de ventas de singles, y en Japón también triunfaba, en Estados Unidos alcanzó el número ochenta y seis del Billboard.
Hay que ponerse en antecedentes
El disco Jazz, que bien se podría haber titulado Blues o Reggae, teniendo en cuenta que en él no sonaba apenas ni un ápice de música jazz en esencia, causó cierto revuelo en Estados Unidos.
Primero por el single de doble cara a Fat Bottomed Girls/Bicycle Race y su presentación visual. Ya conocemos la historia del vídeo, con la competición de bicis por parte de modelos desnudas en el estadio de Wimbledon. Mientras en todo el mundo el vinilo venía acompañado con un póster de la cacareada carrera, en Estados Unidos al adquirir el álbum traía una tarjetita que debías enviar a las oficinas de Elektra si querías que te enviaran el póster.
Para la doble moral americana Queen se habían pasado exponiendo su ausencia de prejuicios y ganas de provocar y epatar. La carátula del doble single también dio que hablar, aunque esa es otra historia. Además, en los setenta los singles de Queen en Estados Unidos se publicaban con carátulas genéricas de la discográfica. A pesar de todo, Jazz alcanzó alcanzar número seis de las listas de venta yanquis y el doble single llegó al número veinticuatro. Como segundo single se lanzó Don’t Stop Me Now. Era la canción perfecta. Trepidante, contagiosa, con el piano y la voz de Freddie como puntos fuertes del tema.
Hagamos un paréntesis para comentar que May sólo hizo un solo y unas pocas florituras con la guitarra hacia el final. Freddie apenas quería presencia de la guitarra. En 2011 en la reedición de toda la discográfica del grupo con Universal, en la versión deluxe de Jazz se incluía un segundo cedé con rarezas y se pudo escuchar Don’t Stop Me Now con presencia de las guitarras de May prácticamente en toda la canción, añadiéndole un solo diferente. Se llamó Don’t Stop Me Now (With Long-Lost Guitars).
Contrastando las dos interpretaciones de la canción, Mercury acertó en hacerla más austera usando lo mínimo posible la guitarra. Mercury utilizó la economía de la canción perfectamente. La versión canónica al no tener como he escrito apenas unas virguerías al final casi inaudibles de guitarra, hacía que el solo de Brian May sobresaliera, siendo uno de los favoritos de los fans de la reina. Cerremos el paréntesis.
Volviendo al asunto principal, prestando atención a Don’t Stop Me Now cualquiera se podría haber imaginado su potencial para ser el primer número uno de Queen en Estados Unidos. Estuvieron cerca con el single de doble cara a We Will Rock You/We Are The Champions. Nadie esperaba un descalabro tan grande con una de las canciones más vitalistas de Mr. Fahrenheit. Sólo estuvo en el top 100 una semana y en una posición tan lejana del uno como la ochenta y seis.
Precisamente por su ausencia de éxito en Estados Unidos, en la gira de Jazz (posteriormente llamada Live Killers en su parte europea y japonesa), en el tramo norteamericana sólo sonó el tema en un único concierto. Fue en Chicago, un siete de diciembre de 1978. Y no, no sonó entero. Mercury tocó unas líneas del principio a piano acompañado ligeramente por la batería de Roger, antes de que la banda acometiera Spread Your Wings. Ni siquiera la cantó. Su duración es menos de un minuto.
Podéis encontrar el audio en YouTube o cualquiera de los discos pirata tanto en cedé como vinilo que se han publicado de esa fecha. Lo normal es que al primer instante que el público reconociera la canción, se sucediera una catarata de gritos de emoción. En Chicago no pasó de ser una simple anécdota. La empezaron a tocar en Europa, Japón y en la última gira de Queen en los setenta, el Crazy Tour, por pequeños locales de Gran Bretaña.
Lo curioso es que ahora mismo, ya sea por haber siendo banda sonora de anuncios, del doodle que creó Google a raíz del sesenta y cinco cumpleaños de Freddie Mercury o su interpretación en programas de talento musical, finalmente la canción ha llegado a alcanzar varios discos de platino en Estados Unidos. Brian y Roger la recuperaron en directo en su hasta ahora inacabada aventura con Adam Lambert.
Ni siquiera con Paul Rodgers se atrevieron a interpretarla. Y en la revista Rolling Stone salió votada como la tercera canción favorita de Queen de los lectores de la revista estadounidense. No está mal, teniendo en cuenta que en la reseña del setenta y ocho en la famosa publicación Dave Marsh ni siquiera la mencionó y de paso, llamó a Queen la primera banda fascista. Si se piensa fríamente no debería sorprender tanto.
En Estados Unidos les encantan las historias de segundas oportunidades y la historia de Don’t Stop Me Now encaja como un guante de seda en esa tradición. Tuvo que fallecer Freddie e ir haciéndose cada vez más legendario el catálogo del grupo para que los estadounidenses se rindieran ante una de las mejores canciones de la historia de la música popular.