El vocalista de Queen, Freddie Mercury, era un romántico obstinado y esa es una de las razones que le hacen ser inmortal.
Desde que llegó a los cines de todo el mundo la película “Bohemian Rhapsody”, creció el interés por conocer los pormenores de la vida de Freddie Mercury.
En el film se mostraba a una estrella de talento espectacular, que luchaba contra sus demonios internos, tal como cualquier otro ser humano. También se revelaron algunos pormenores de su vida sentimental, el vínculo con sus padres y hermanas y con otros colegas. Pero hay un dato que allí no se ha incluido y que es absolutamente fascinante.
Freddie Mercury era un gran amante de las festividades de navidad y año nuevo. De esos que jamás permite que la ocasión pase desapercibida sin celebración y se asegura de que todos sus allegados lo pasen igual que él.
Feliz Navidad, cariño
Su amor por esa época tan especial del año era de tal dimensión, que entre todas las cosas que dejó previstas antes de morir, también encargó a una reconocida tienda de Londres denominada “Fortnum & Mason” que cada año les hiciera llegar un presente a sus seres más queridos. Por supuesto, el pago de los regalos era por parte de la fortuna que el artista dejó en manos de algunos de sus herederos.
“Pensamos que es un gesto encantador, que sabemos que se repite cada año”, expresó en una oportunidad al respecto un portavoz de la mencionada firma.
Pocas cosas en su historia comercial deben ser tan atractivas como la compra de por vida que les dejó realizada el londinense. Sucede que Freddie, además de las navidades en sí, adoraba hacer regalos y hacer sentir especial a la gente más allá de las fechas.
“Un pequeño regalo, un gesto, un detalle significa mucho más que alguien que te compre el Big Ben”, dijo él mismo en un momento y con esas palabras se representa a la perfección su personalidad.
Cuaderno
Peter Freeestone, asistente personal de Freddie Mercury, una vez aportó un testimonio que resulta muy valioso. Asegura que el vocalista llevaba con él un cuaderno en el que anotaba todas las fechas de cumpleaños de las personas que conocía y le agradaban. Posteriormente les enviaba un presente y lo mismo tras ser invitado a alguna reunión en la que se lo pasara de maravilla.
“Si conocía a alguien y le gustaba, sacaba el libro y anotaba su cumpleaños en él”.
Elton John es otra de las figuras que tuvo el placer de compartir la vida con Freddie Mercury. También experimentó en carne propia ese placer que percibía al entregar obsequios. A él le envió un cuadro pintado con acuarelas que consiguió en una subasta y se lo entrego con el nombre de Sharon como destinataria y Melina como remitente. Correspondían a los nombres que los identificaban respectivamente en sus interpretaciones “drag”.
Algunos allegados aseguran también que en Nochebuena Freddie Mercury se encargaba de pagar las cenas de todos los internados en hospitales a causa de las secuelas del sida. Tenía el propósito de que al menos en esa velada pudieran ser felices. Sin lugar a dudas un auténtico excéntrico de gestos envidiables. Nos sirve para tomar consciencia de que más allá del estrellato al que llegó, jamás se olvidó de las pequeñas cosas que lo hacían feliz. Y tampoco se permitió el lujo de dejar de hacerlas.
