Los grandes almacenes londinenses Fortnum & Mason cumplen con una de las últimas peticiones del líder de Queen.
Freddie Mercury (Tanzania, 1946 – Londres, 1991) falleció el 24 de noviembre de 1991 en su casa de Kensington. Tan solo 24 horas después de que confesara al mundo aquello que muchos de sus seguidores y periodistas habían temido durante las últimas semanas, el carismático líder de Queen había contraído el sida. “Creo que ha sido conveniente mantener esta información en secreto para proteger la intimidad de los que me rodean. Sin embargo, ha llegado el momento de que mis amigos y mis fans de todo el mundo sepan la verdad y espero que todos se unan a mis doctores y aquellos que luchan contra esta terrible enfermedad”, explicaría el artista en el comunicado.
Freddie pasó los últimos meses en su mansión londinense, donde vivía con su novio Jim Hutton (juntos desde hacía seis años) y cinco gatos que habían adoptado, componiendo y disfrutando de sus amigos, sí, pero también cerrando todos los cabos sueltos para cuando él ya no estuviera. A Hutton le pidió que todo sucediera rápido. “Quería que todo se acabara cuanto antes, con el mínimo alboroto posible. A él le habría gustado que lo incineraran el mismo el mismo día de su muerte para acabar de una vez con todo y que todo el mundo pudiera volver a la normalidad”, revela su pareja. A su exnovia y mejor amiga, Mary Austin, a quién dejaría la mansión Garden Lodge y la mitad de su herencia, le susurró qué le gustaría hacer con sus cenizas. Una voluntad que a día de hoy sigue siendo un misterio.
Una cesta de Navidad para sus amigos
También los grandes almacenes londinenses Fortnum & Mason cumplen desde hace 28 años con una de las últimas peticiones del cantante: enviar una cesta de Navidad a cada una de las personas que dejó anotadas en una lista. “Pensamos que es un gesto encantador, que sabemos que se repite cada año”, comentaba un portavoz de los almacenes al medio Mirror. Cada una de las cestas corren a cargo de la herencia de Freddie Mercury, quién defendía que el dinero no puede comprar la felicidad, pero puede muy bien darla.
Para Sharon, de Melina
Elton John, íntimo del líder de Queen, fue el primero en recibir uno de sus inesperados regalos en la mañana de Navidad de 1991, apenas un mes después del fallecimiento de su amigo. “Apareció un amigo en la puerta de mi casa y me entregó algo envuelto en una preciosa funda de almohada. Lo abrí y dentro había una acuarela de uno de mis pintores favoritos. Venía con una nota de Freddie que decía: ‘Querida Sharon, vi esto en una subasta y pensé que te encantaría. Te quiero, Melina'”, recuerda el cantante en el libro Love is the cure: On life, loss and the end of AIDS.
“Fue realmente conmovedor. Freddie se estaba muriendo y todavía pensaba en sus amigos. Todavía tengo la sábana al lado de mi cama. Ese era el tipo de persona que era. Estaba tan lleno de amor y vida”, rememora el cantante. Los nombres tampoco están escogidos al azar. Freddie era Melina y Sharon, Elton John. “Eran como nuestros alter egos de drag queen”, explicaría el británico en el libro.
No es el único que alabaría su generosidad. Su amigo y asistente personal Peter Freestone, conocido como Phoebe, comentaría lo importante que era para Freddie Mercury celebrar las fechas importantes. “Tenía un libro de cumpleaños con la fecha de nacimiento de todos sus amigos. Quería asegurarse de que no se olvidaba de ninguno”, revelaría en una entrevista a Express Online. “Si conocía a alguien y le gustaba, sacaba el libro y anotaba su cumpleaños en él. También enviaba una nota de agradecimiento después de una cena agradable. Era un auténtico caballero”.