
El 9 de abril de 1973, un lunes por la noche, el Marquee Club de Londres se convirtió en el escenario de un momento histórico para la música rock.
Queen, la banda formada por Freddie Mercury, Brian May, Roger Taylor y John Deacon, ofreció su primer concierto como artistas oficiales de EMI Records, un evento promocional que marcó el inicio de su ascenso a la fama mundial.
Este showcase, al que asistieron representantes de discográficas y prensa, no solo consolidó su contrato con EMI, sino que también mostró al mundo el potencial de una agrupación destinada a revolucionar el género.
En ese entonces, Queen era una banda emergente que ya había captado la atención de la industria. Tras firmar con EMI en noviembre de 1972 y mientras trabajaban en su álbum debut en Trident Studios, este concierto en el icónico Marquee Club fue diseñado como una presentación formal ante un público selecto.
El lugar, conocido por haber acogido a grandes como The Who y David Bowie, era el escaparate perfecto para una banda que combinaba teatralidad, virtuosismo y una energía arrolladora. Aunque no existe un registro oficial completo de la lista de canciones, se sabe que interpretaron temas como “Keep Yourself Alive”, que sería su primer sencillo, junto a otras piezas que reflejaban su estilo innovador.
El impacto del concierto fue inmediato. Entre los asistentes estaba Ken Scott, productor de Trident, quien quedó impresionado por la actuación y describió su reacción con un simple pero elocuente “Wow”.
Preparación para el éxito
Esta presentación llegó tras meses de preparación, incluyendo una sesión para BBC Radio 1 en febrero de 1973, donde grabaron cuatro canciones que recibieron una gran acogida. EMI, que ya había mostrado interés, vio en el Marquee la confirmación definitiva de su apuesta por Queen.
Aquel 9 de abril no solo fue un debut contractual, sino el nacimiento público de la formación clásica que conquistaría el mundo. Dos años después de su primer concierto en 1971, Queen demostraba en el Marquee Club que estaba lista para dejar una huella imborrable.
Este evento, aunque pequeño en escala, fue el primer paso hacia una carrera legendaria, definiendo el sonido y la actitud que los convertirían en íconos del rock.