El 25 de septiembre de 1982, Queen hizo una aparición memorable en el programa de televisión “Saturday Night Live”, que resultó ser su última actuación en vivo en Estados Unidos.
Aquel, aunque teñido de cierta melancolía debido a las circunstancias, se ha convertido en una pieza de adoración para los fans de Queen y un momento significativo en la historia de la música rock.
Queen, liderado por el carismático Freddie Mercury, se encontraba en el tour de “Hot Space”, su álbum que mezclaba rock con funk y disco, un cambio que no fue del todo bien recibido por todos sus seguidores. En “SNL”, la banda decidió interpretar dos canciones que mostraban su versatilidad: “Crazy Little Thing Called Love” y “Under Pressure”.
“Crazy Little Thing Called Love”, con su ritmo rockabilly, fue una elección segura. Mercury, a pesar de las evidentes tensiones en su voz, causadas por lo que se ha dicho fue una discusión con su pareja de entonces, logró darle un carácter único a la actuación, demostrando su capacidad para adaptarse y performar bajo presión.
La segunda canción, “Under Pressure”, la colaboración con David Bowie, ya era un éxito y permitió que el público viera la dinámica de la banda en su plenitud. Aunque la voz de Mercury no estaba en su mejor momento, la interpretación fue emocionalmente cargada y técnicamente impresionante, mostrando la química entre los miembros de la banda y su habilidad para conectar con el público, incluso a través de una pantalla.
Esta actuación en “SNL” es recordada no solo por ser la última de Queen en suelo estadounidense, sino también por cómo encapsula el espíritu de la banda: siempre entregando, incluso cuando las circunstancias no eran ideales. Mercury, con su presencia escénica, Brian May con su inconfundible sonido de guitarra, Roger Taylor y John Deacon, formaron una actuación que, a pesar de las limitaciones técnicas y personales de ese día, se mantiene como un testimonio de la grandeza de Queen.
Esta aparición en “Saturday Night Live” es un recordatorio de la capacidad de la banda para trascender el tiempo y las dificultades, dejando una marca imborrable en la historia de la música.