En el día del 65 aniversario del nacimiento de Freddie Mercury, su compañero de banda Brian May publicó una emotiva carta dedicada al cantante.
Me presentaron a Freddie Mercury, un joven paradójicamente tímido y aún extravagante, al costado de un escenario en uno de nuestros primeros recitales como el grupo Smile. Me dijo que le encantaba cómo habíamos tocado, que tenía algunas ideas, y que él podía cantar. No estoy seguro si lo tomamos muy en serio en ese momento, pero él tenía la actitud de una persona que sabe de lo que habla.
Era un delicado pero enérgico dandy, con sueños aparentemente imposibles y un centelleo perverso en los ojos. Un tiempo después tuvimos la oportunidad de realmente verlo cantar y fue aterrador. Era salvaje y no tenía técnica, pero era increíblemente carismático. Pronto, empezó su evolución y se convirtió en un talentoso cantante, justo enfrente de nuestros ojos.
Freddie estaba totalmente enfocado, nunca permitía que nada ni nadie se interponga en sus objetivos. Era un verdadero espíritu libre. No hay muchos de estos en el mundo. Para llegar a eso, tienes que ser, como Freddie, audaz, no tener miedo de causar un alboroto.
Algunas personas se lo imaginan como una diva apasionada y difícil que exigía el compromiso de todos. No. En nuestro mundo, como cuatro artistas tratando de pintar el mismo lienzo, Freddie era siempre el que trataba de encontrar el compromiso, y la forma de llevarlo adelante. Si se peleaba con alguno de nosotros, pronto iba a disipar el enojo con un gesto generoso, un chiste, o un regalo improvisado.
Recuerdo una mañana después de una discusión particularmente tensa, él se me presentó con un cassette. Había pasado gran parte de la noche compilando un collage con mis solos de guitarra. “Quería que los escuches como yo los escuché, querido”, dijo. “Son todos fabulosos, así que hice con ellos una sinfonía”.
Crear con Freddie fue siempre estimulante al máximo. Era osado, siempre tanteando la forma de salirse de los límites. A veces se iba demasiado lejos. Y era el primero en darse cuenta de eso. Con una sonrisa cómplice él solía decir: “Oh… ¿lo perdí?” Pero por lo general había un sentido en su sinsentido, arte en su locura. Era liberador.
Freddie hubiera cumplido 65 este año y aunque físicamente no está aquí, su presencia parece más potente que nunca. Freddie hizo que la última persona detrás de la más lejana en el estadio sintiera que estaba conectado. Daba a la gente la prueba de que un hombre podía alcanzar sus sueños, los hacía sentir que a través de él se podían sobreponer su propia timidez, y convertirse en la poderosa figura de sus ambiciones. Y vivió su vida al máximo. La devoró. Celebró cada minuto. Y, como un gran cometa, dejó un camino luminoso que va a brillar a lo largo de las generaciones. Feliz cumpleaños, Freddie.
Brian May, 5 de septiembre de 2011.
Personas que jamás se irán. En el Arte la Ciencia.. Son la clave del progreso y la superación.
De nosotros/as depende recoger esa Antorcha y continuar.