“Ya no puedo seguir con la misma marcha que antes”, declaró Freddie Mercury después del que resultó ser el último concierto de Queen, en agosto de 1986.
“Es demasiado. No es la manera en que se comporta un adulto. Dejo atrás mis noches de fiestas salvajes. No es porque esté enfermo, sino por la edad. Ya no soy un chaval. Prefiero pasar el tiempo en mi casa. Forma parte del proceso de hacerse mayor”, decía Freddie Mercury.
Freddie siguió entreteniendo a la gente, pero sobre todo en su casa. La fiesta por su 40º cumpleaños, el domingo 7 de septiembre de 1986, fue modesta para sus estándares: una fiesta de “sombreros locos” en el jardín para 200 invitados.
La diseñadora Diana Moseley preparó una amplia gama de sombreros excéntricos para que Freddie escogiera. Él optó por una construcción de piel blanca con antenas al estilo marciano.
“Para él fue una fiesta tranquila, pero realmente igual de encantadora”, recuerda Tony Hadley, que estuvo allí junto con Tim Rice, Elaine Paige, Dave Clark. También estuvieron el cómico Mel Smith, la actriz de la serie “East Enders” Anita Dobson, Brian May, Roger Taylor y John Deacon.
Lujo
“Freddie Mercury insistió en que subiera con él para enseñarme la alfombra que había encargado para su dormitorio”, recuerda Tony. “No tenía juntas; el telar debía de ser enorme. Además, tenía una gran estrella, como una estrella de David. Estaba orgulloso a más no poder de aquella alfombra”.
Pese a que los miembros de su séquito estaban allí básicamente para servir a su patrón, en Garden Lodge no había ni política ni jerarquía. Se trataba igual a todos los que vivían allí, y tan solo se esperaba que respetaran una sinmple norma:
“No llevarás a nadie a casa”, decía Jim. “Ni a tus colegas, ni a un ligue de una noche”. Eran los dominios de Freddie.