Queen obtuvo un gran éxito en sus conciertos españoles. El viernes 1 de agosto de 1986, el cuarteto convocó en Barcelona a unas 25.000 personas.
El 3 de agosto de 1986, Freddie Mercury, Brian May, John Deacon y Roger Taylor -Queen- congregaron en el estadio del Rayo Vallecano, en Madrid, a otros tantos seguidores. El 5 de agosto ofrecieron un tercer concierto en el estadio municipal de Marbella. Queen, una veterana agrupación que estaba cumpliendo su decimoquinto aniversario, basaba su éxito en directo en la espectacularidad de sus actuaciones.
El cuarteto Queen convocó a miles y miles de personas -unas 25.000, aunque los organizadores cifraron la asistencia en 40.000- en el estadio madrileño de Vallecas, cuyas gradas tienen un aforo de 20.000 localidades.
El público aguantó la espera de casi una hora hasta la salida retrasada del grupo británico. Para entonces, el público ya había escuchado durante algo más de media hora al quinteto Craaft, con su rock fuerte de sonido estándar. Esta banda alemana tocó un heavy suavizado de punteos muy agudos de guitarra y solos ya usuales de batería a toda pastilla, con una voz solista grande y potente que intentó animar en las pausas con chillidos entonados que obtuvieron escasa respuesta en esta ocasión.
Éxito
Luego, Freddie Mercury tuvo mejor fortuna con el mismo procedimiento. Entre mecheros intermitentes y palmas de reclamo, finalmente las luces del estadio se apagaron. Al mismo tiempo irrumpió un sintetizador sinfónico y se encendía el castillo de focos y escalones. Era el escenario gigante y barroco que Queen paseó por las ciudades europeas (los tres conciertos en España formaron parte de una gira por varios países del continente).
El cantante Freddie Mercury apareció con un traje blanco de militar decimonónico. Sus ademanes de líder movían a las masas a las órdenes de su bastón-micrófono. La guitarra de Brian May no tardó en pegar alaridos, acompañada del bajo duro y disciplinado de John Deacon y de los golpes de Roger Taylor, creador de emociones y sobresaltos con su batería negra y estruendosa. Los teclados de Spike Edney elevaban la banda a orquesta omnipotente.
Luz cegadora
Comenzaron con temas salvajes de finales atronadores con explosiones de luz blanca cegadora y sacudidas de humo, coloreados por el gran número de bombillas. Los espectadores se mostraban más contentos en los primeros compases de las canciones del más reciente repertorio del cuarteto, como One vision, tema central de la película Águila de acero, incluido en el último elepé, A kind of magic.
El apoyo amplio y quizá desmesurado de los medios de comunicación a esta nueva visita de Queen pudo influir esta vez más que nunca en el éxito de asistencia. Parecía que iba a ser floja debido a la fecha veraniega y al precio de las entradas: 2.400 pesetas.
La popularidad de este grupo fue incuestionable, avalada en gran parte por el éxito repetido de canciones en todo el mundo: Under pressure, que Mercury interpretó en disco con David Bowie, o Another one bites the dust, que en el concierto sonó a continuación de la antes mencionada, entre el jolgorio máximo de los seguidores.
El espectáculo de Queen era sin duda prototipo de los conciertos masivos del rock triunfante de aquellos días. La imagen viva y el sonido grandioso y sobre todo perfecto era imprescindible. Asimismo, se necesita una primera figura como Mercury, que berrea con distintos coros a los oyentes, quienes siempre le contestan apasionados, muy entregados. Y todos ellos se enternecen cuando el grupo entona baladas, y agitan sus cerillas o llamas de gas.
Banda perfecta
Queen fue, en este sentido, la banda idónea -como lo eran Yes, Asia o los grandes grupos heavies- para celebrar esa ceremonia con todos estos, elementos tópicos, que tanto recuerdan a los ritos religiosos.
¿Pero cuántos sacerdotes o profetas han disfrutado de tantos brazos y voces de fe tan ciega? Mercury, con esa garganta poderosa que invade muy segura con ese bigote autoritario, ofrece la clara imagen de todo un obispo con báculo; una imagen, eso sí, muy personal y que por lo que se veía resultaba muy atractiva para muchos de sus seguidores.
Antes de iniciar los fragmentos más acústicos y de estilo country del concierto, Freddie Mercury se presentó a su público en claro castellano: “Hola, ¿están ustedes bien? Nosotros, aquí; otra vez en Madrid”.