Cuando mataron a John Lennon a tiros en Nueva York en diciembre de 1980, los famosos no tuvieron más remedio que enfrentarse a su vulnerabilidad.
Ahí fuera había otros Mark Chapmans (El asesino de John Lennon): John Hinckley, por ejemplo, que estaba obsesionado con la actriz Jodie Foster, y que intentaría asesinar a Ronald Reagan, presidente de Estados Unidos, en 1981. Queen nunca había concedido demasiada importancia a la seguridad. Pero eso tenía que cambiar.
Como homenaje a John Lennon, en su concierto en el Wembley Arena, Queen interpretó Imagine, la canción de éxito que Lennon compuso en 1971. Lo de menos es que a Freddie se le olvidara la letra, y que Brian se equivocara de acordes. El estribillo lo recogió una multitud sollozante de fans traumatizados y desconsolados.
Freddie admiraba a John Lennon y fue un duro golpe para todos sus seguidores, pero en medio de la tristeza llovían los premios para Queen. Dos nominaciones a los Grammy, por el álbum mejor producido (The Game) y mejor actuación de rock por parte de un dúo o grupo con vocalista por Another One Bites the Dust (perdieron frente a Bob Seger). Tanto Crazy Little Thing Called Love como Another One Bites the Dust figuraron en la lista de los cinco singles más vendidos en Estados Unidos en 1980, y el segundo de ellos había vendido más de tres millones y medio de copias.
A finales de año, y mientras Queen planificaba sus conciertos de año nuevo en Japón, los cuatro hicieron balance. Hasta ese momento habían vendido más de 45 millones de álbumes y 25 millones de singles en todo el mundo. Habían aparecido por primera vez en El libro Guinness de los récords como los directores de una empresa mejor pagados, y como su propio activo principal. “Más grande, mejor, lo nunca visto” era la consigna. A partir de ahí, ¿hasta dónde era capaz de llegar aquel puñado de estrellas del rock?