«A Night At The Opera», el cénit de Queen

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Muchos grupos anuncian que su último disco es su cénit, en muy pocos casos es así. Cuando Queen dijo lo mismo de su cuarto álbum, «A Night At The Opera», lo decían completamente en serio.

La situación económica de Queen había mejorado enormemente y, por una vez, se podían concentrar en la música. Sin embargo, lo que sigue siendo todo un misterio es cómo fueron capaces de crear tal repertorio de clásicos del rock con un calendario tan ajustado. «Siempre hemos sido capaces de pensar con rapidez -explicó Brian May-. Y cuando nos metemos en el estudio todo parece encajar como por arte de magia».

Una vez más con Roy Thomas Baker en las labores de producción. Se encerraron en los estudios Rockfield de Monmouth, en el País de Gales, para asegurarse de que sólo se concentraban en la música.

Tal era la complejidad y la necesidad de cumplir con los plazos que diferentes miembros del grupo trabajaban en varias canciones de manera simultánea pero en distintos estudios. Al final de cada jornada, el grupo al completo revisaba el trabajo.

Aquello era fuente de discusiones. Este método no era precisamente el favorito de Brian: «Yo quería que trabajáramos juntos, los cuatro, en más canciones, pero en el caso de “A Night At The Opera”, resultaba imposible porque no había tiempo suficiente. Nos encontrábamos en una situación en la que varios de nosotros en un estudio y los demás en otro diferente. Por ello perdimos un poco la sensación de grupo», comentó con posteridad.

Modo de trabajo

«En general, nuestro modo de trabajar en el grupo es el que normalmente damos plena libertad musical a cada uno, a menos que queramos consultar algo. Si alguien tiene una idea, das por hecho que lo que quiere es que se le deje tranquilo y se centre en ella y que la presente de la mejor manera posible. Puedo señalar algunas cosas en este álbum que no han salido del todo bien por no estar todos juntos al mismo tiempo. Con frecuencia era mucha responsabilidad para una sola persona, pero, en líneas generales, funcionó muy bien».

Queen

Y así fue. «A Night At The Opera» podía presumir de contar con una amplia variedad de estilos musicales interpretados con el típico toque Queen: la fuerza del rock duro de Mercury en Death On Two Legs y en la Sweet Lady de May; el puro vodevil con Lazing On A Sunday Afternoon; el sonido grandioso de rock apocalíptico a través de The Prophet’s Song de May; la balada rock con el tema de Mercury Love Of My Life; pop en estado puro con un John Deacon cada vez más asentado como compositor en You’re My Best Friend; predilección por una vida roquera en el rock ‘n’ roll de Roger Taylor I’m In Love With My Car; y, desde luego, Bohemian Rhapsody y todo lo que trajo consigo. Queen trabajó mucho en el álbum, cuatro meses, lo que parecía una eternidad en aquella época.

Al contrario que May, Mercury no tenía ningún tipo de reserva con respecto al álbum. «A Night At The Opera» era el mejor de Queen, al menos eso fue lo que comentó: «Realmente no lo estábamos buscando. Simplemente comenzamos a partir de las muchas ideas sobre lo que queríamos hacer. ¡Hemos hecho un disco que a mucha gente le puede resultar difícil de digerir!»

El disco llegó al número uno en el Reino Unido y al cuarto puesto en los Estados Unidos. Había resultado un álbum muy caro de realizar, con préstamos incluidos, pero la banda estaba completamente decidida. Tal y como May dijo: «Siempre buscamos la perfección ante un posible desastre económico».

De gira

Apenas tuvieron tiempo de ensayar el repertorio para su siguiente gira mundial tras las dificultades y exigencias de la grabación. Vendieron todas las entradas para una gira en la que todos los teatros del país se vinieron abajo.

El grupo consideraba la grabación y las actuaciones en directo como cosas bien distintas, tal y como explicó Roger Taylor en una ocasión: «Lo que queremos hacer cuando comenzamos nuestro repertorio es generar una atmósfera inmediata de emoción, expectativa y, finalmente, de diversión. Lo único que puedo decir es que damos lo mejor de nosotros en ambos medios y que en ambos casos somos honestos».

Para celebrar el año de más éxito en su carrera hasta ese momento, ofrecieron un concierto extra en el Hammersmith Odeon de Londres en la Nochebuena de 1975. Se retransmitió a través del programa televisivo de la BBC Old Grey Whistle Test y simultáneamente por Radio 1. Aquello coronó a Queen como el grupo de rock más grande del Reino Unido, y extendió su fama alrededor del mundo.

Gira de éxito

Estados Unidos era la primera parada de la gira mundial de 1976. En esta ocasión todos los miembros del grupo tenían los dedos cruzados para poder realizarla sin ningún percance de salud. Terminaron con éxito un tour de más de treinta actuaciones, además de diversos actos promocionales entre cada concierto.

Después partieron hacia Japón, un territorio que ya habían conquistado en los inicios de su carrera. La juventud nipona había recibido con los brazos abiertos la música, el estilo y la presentación de Queen. Tres mil fans extasiados esperaban a los miembros del grupo a su llegada al aeropuerto de Tokio en abril de 1975, cuando viajaron para promocionar «Sheer Heart Attack». Si esa recepción ya les había sorprendido, se iban a quedar de piedra al ver que en su primer concierto en el archiconocido Budokan habían agotado todas y cada una de las diez mil entradas. En la gira japonesa de «A Night At The Opera» ofrecieron once actuaciones con un lleno absoluto.

La última para de la gira de Queen era Australia, donde los seguidores se habían mostrado apáticos en anteriores ocasiones. Tras haberse ganado una reputación en el lapso de los dos años pasados, gracias al éxito de «Sheer Heart Attack» y «A Night At The Opera», en casi todas las actuaciones se agotaron las entradas. Regresaron al Reino Unido a finales de abril del 76, con la satisfacción por el trabajo bien hecho y habiéndose ganado un merecidísimo descanso.