Freddie Mercury, Frank Sinatra, Mozart y Bach tenían algo en común más allá de haberse congregado como grandes leyendas de la música mundial.
Todos tenían una variación genética, el llamado ‘oído perfecto’, por la que su corteza auditiva tenía más capacidad que la del resto de humanos. Además de su gran capacidad vocal, Freddie Mercury poseía esta habilidad.
El ‘oído perfecto’ u ‘oído absoluto’ es una habilidad que muy pocas personas poseen en el mundo. Gracias a ella, algunos de los grandes maestros de la música pueden reproducir una melodía con tan solo escucharla una vez. Saben la tonalidad en la que está escrita una partitura o identifican una nota musical sin haber escuchado previamente una referencia.
Pero la habilidad es, en realidad, una capacidad condicionada por los genes. Según ha publicado ‘Journal of Neuroscience’, tan solo una de cada 10.000 personas posee la variación en la estructura cerebral que le permite ser un auténtico maestro: la región cerebral encargada de procesar los sonidos más grande que el resto de humanos.
Genios
Freddie Mercury, Michael Jackson, Frank Sinatra, Mozart y Bach eran, entre otros, algunos de los que poseían, además de gran talento, una condición genética que los impulsaba a ser aún mejores: su corteza auditiva tenía más capacidad que la de la mayoría de los mortales.
Keith Schneider, de la Universidad de Delaware, estudió, para demostrar que la habilidad se trata de una condición genética, los cerebros de 20 personas. Entre ellas algunas con oído perfecto, otras con poca enseñanza musical y músicos que carecían de la gran capacidad. Lo que descubrió el científico fue que las áreas cerebrales encargadas de la audición son más grandes. Las personas con esa capacidad utilizan más neuronas en el ejercicio de la representación musical.
La diferencia principal entre el oído perfecto y el buen oído musical es que en el primer caso se trata de una mutación genética, y no de una capacidad que puede ser aprendida y que, de hecho, es usual en los músicos.