El sueño de un último concierto de Queen “al completo”

Queen

Muchos de nosotros, por cuestión de edad, de localización física o por un descubrimiento tardío de Queen, solo hemos tenido oportunidad de ver a la banda en directo a través de vídeos e imágenes de archivo. Actuaciones remasterizadas de los míticos conciertos de Wembley o Budapest (o del Hammersmith Odeon para los más setenteros) son la única posibilidad hoy en día de acercarnos a la experiencia con letras mayúsculas: escuchar la inconmensurable voz de Mercury proyectarse en un estadio, comprobar in situ el virtuosismo de May con la guitarra, estremecernos con los golpes de batería de Taylor y disfrutar con el bajo de Deacon…

Habrá quien me corrija y diga que pudo ver al guitarrista y al batería junto a Paul Rodgers en la década de 2000, o bien quien ha podido rememorar la grandeza del grupo con su último fichaje, Adam Lambert. Yendo más allá, puede que incluso me adviertan de que vivir la magia de Queen es aún posible gracias a enormes bandas tributo como la argentina Dios Salve a la Reina. Pero, pese a lo atractivo de estas propuestas, sabemos que ver y disfrutar de la banda original sería otra cosa, una experiencia única…

Freddie Mercury daba un golpe fatal al mundo del rock al decirnos adiós prematuramente en noviembre de 1991, víctima de una complicación derivada del SIDA. Años más tarde, en 1997, John Deacon decidía abandonar voluntariamente la formación, asumiendo que sin su gran protector, Freddie, aquello ya no sería lo mismo. Así, solo el amor a los escenarios y las giras de Brian y Roger (y por qué no decirlo, también al dinero), hicieron posible mantener viva la llama de lo que una vez fue uno de los mayores espectáculos en vivo del mundo: los conciertos de Queen. La sensación generalizada al ver hoy día a ese espigado guitarrista de pelo plateado y a ese otro rockero guaperas salir a los escenarios es de emoción y, sobre todo, de nostalgia. Dos mitos vivientes de la música haciendo lo que mejor saben, pero siempre con la alargada sombra de Mercury y la notoria ausencia de Deacon planeando sobre ellos…

¿Cuánto daríamos los fans de Queen por volver a ver a esos cuatro fantásticos sobre un escenario? Un evento de dimensiones planetarias, una importante causa benéfica, o un homenaje grandioso al genio de Mercury se me ocurren, podrían ser los motivos que motivaran al bueno de John a saltar de su sofá y abandonar su acomodada vida por unas horas para volver a tocar junto a sus viejos amigos de Queen. Más complicado sería resucitar a Freddie Mercury para que hiciera mover a las masas como antaño… ¿o no?

Recientemente, la tecnología se aliaba con el espectáculo y daba pie a una ilusionante posibilidad. Se anunciaba que el rockero Roy Orbison, fallecido en 1988 a los 52 años, volvería a salir de gira en Reino Unido a partir de abril, acompañado de la Royal Philarmonic Orchestra, convertido en imagen holográfica. Si bien no es la primera vez que se aborda esta opción -más bien experimento-, sí que se trata de la primera vez que un holograma “actúa” con músicos en directo y con público.

Roy Orbison

Quien más, quien menos, todos hemos pensado alguna vez en esta posibilidad, hasta no hace tanto de ciencia ficción, para con el gran Freddie Mercury. Avanzada tecnología láser en pos de uno de los anhelos más grandes del mundo de la música: volver a ver al genio británico en directo junto a Queen. Una cuidada producción, un selecto repertorio de canciones de la banda y un escenario icónico, más el factor necesario de John Deacon, darían como resultado una de las actuaciones más grandes y noticiables de las últimas décadas…

La cuestión es: ¿y por qué no? Pensando en esta posibilidad, resultaría curioso ver a un niño en el concierto preguntarle a sus padres, como Heather a Connor Mcleod en Los Inmortales: ¿por qué Freddie no ha envejecido? Simplemente glorioso.

Artículo por Alejandro Arbelo.