Freddie Mercury logró “vivir para siempre”

¿Quién quiere vivir para siempre? Esta fue la pregunta que se hicieron Freddie Mercury y sus chicos cuando empezaron a trabajar en la banda sonora de la película de Russell Mulcahy, “Los Inmortales” (1986);  un “clásico de videoclub” de los ochenta y hoy en día una película de culto, precisamente, y entre otras cosas, por su excelente música.

Tras ver un primer corte de 20 minutos del film, acerca de la muerte del personaje de Heather (esposa de Connor MacLeod), Brian May escribió una letra y transformó aquella interrogante en una hermosa canción, “Who wants to live forever”, que se incluyó en el disco “A Kind of Magic”. Nunca imaginó el guitarrista de Queen lo ligada que estaría esta canción al futuro de la banda y, en particular, al de su líder, Freddie Mercury…

El tema se publicó el 15 de septiembre de 1986 y alcanzó el puesto número 24 en las listas de Reino Unido. En 1991, como no podía ser de otra forma, se incluyó en el Greatest Hits II de la banda. Muchos años más tarde, en 2004, los lectores de Rolling Stone la votaron como la quinta canción favorita de Queen. Ya en 2018, la balada rock tuvo un papel preponderante en la película autobiográfica “Bohemian Rhapsody”, donde acompaña las escenas en las que Freddie Mercury toma consciencia de su enfermedad y empieza a asumir su fatal destino… Pura emotividad.

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Ahondando en el mensaje de la canción, lo cierto es que el tema es tan profundo que invita a la reflexión. Vivir para siempre, la inmortalidad, tal vez la eterna juventud, han sido sueños perseguidos por el ser humano desde tiempos inmemoriales. Este privilegio (o condena), tan deseado como temido, ha sido mil veces recogido en la literatura, en el cine y en la música, pero siempre con las mismas dudas e incertidumbre final. ¿Cómo? ¿Para qué? ¿Para quienes? Tan difícil es aquí resolver la ecuación como plantear todas las implicaciones morales, éticas y personales que conlleva. Así que solo queda orientar al lector/a en el mismo sentido que le dio el bueno de Brian May a este asunto cuando recogió en la letra: “Who dares to love forever, When love must die”. Nuevamente el amor, el motor del mundo, en el epicentro de todo…

Precisamente el amor es el que ha obrado el milagro en la persona de Freddie Mercury, confiriéndole una especie de inmortalidad no física. La creatividad, el sentido del espectáculo y, sobre todo, la voz del genio ya le reservaban un espacio en el Olimpo de los más grandes de la música. Sin embargo, ha sido precisamente el amor de sus miles de fans en todo el mundo, que lo idolatran y admiran, que conmemoran cada aniversario de su nacimiento y de su muerte en redes, y que siguen escuchando su música y la de Queen, los que ciertamente han conseguido que la figura de Mercury trascienda, se eleve por encima del común de los mortales, y alcance una especie de vida eterna.

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Nadie tiene hoy en día el poder del alcanzar la inmortalidad física. Algunos la lograron en sentido figurado por la repercusión de sus actos en la historia, no siempre buenos y mensurables desde la admiración. Muy pocos la alcanzan como consecuencia de su talento único y de haber puesto banda sonora a la vida de miles de personas durante décadas, y con visos de continuidad. Éste es el caso del gran Freddie Mercury. Un tipo de Zanzíbar que ha logrado vivir para siempre porque, como dice el fundador de A Queen Of Magic, Samuel Pérez, nadie muere mientras sea recordado…

Larga vida a la Reina.

Alejandro Arbelo

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