23 de noviembre de 1991. Freddie Mercury comunicaba al mundo lo que ya era un secreto a voces: estaba gravemente enfermo a causa del sida.
Alejandro Arbelo.- Solo 24 horas después de aquella impactante nota de prensa, el célebre frontman de Queen fallecía en Londres a la edad de 45 años. Aquel comunicado, del que recientemente se han cumplido la friolera de 29 años, no sería uno más; la relevancia del personaje, la enfermedad en sí y el contexto de la época harían que las palabras de Mercury alcanzaran otra dimensión.
Hay que situarse en la década de los 80 del pasado siglo. Un virus desconocido empezaba a circular por el mundo (el VIH) y con él, todo tipo de teorías sobre su origen. Una vez más, el desconocimiento y el miedo propiciaron que la enfermedad -una sentencia de muerte por aquellos días- supusiera todo un estigma social para el que la padeciese.
Las víctimas del sida fueron pronto aisladas por sus comunidades y el temor a acercarse a los infectados se hizo una constante. En aquellos primeros compases de la enfermedad, las personas homosexuales fueron las grandes señaladas por su aparición y expansión. Llegó a hablarse incluso de su estilo de vida “depravado” como causa del nuevo mal.
En esta última línea de pensamiento parecieron moverse algunos medios sensacionalistas y periodistas británicos que, ávidos por denostar al cantante, de ajustar cuentas con quien ya no podía defenderse por sí mismo, lo subieron al carro de la culpabilidad y lo atacaron con crudeza.
Ciertamente algunos carroñeros especularon sobre su vida privada sin miramientos, pese al duelo general y la conmoción en todo el mundo por su prematura muerte. Excavar en la basura pareció estar permitido. La cosa ya no iba de rock, de buena música, o de la pérdida irreparable de un genio. Y es que poco importaba que Freddie Mercury nunca hubiera hecho daño deliberado a nadie…
Así, todavía es recordado el lamentable artículo del periodista del Daily Mirror, Joe Haines, quien escribió: “Mercury claramente tenía talento para entretener a millones, no a mí, pero su vida privada es una historia repugnante de depravación, lujuria y franca maldad”. Tildó al cantante de “veneno” y “hombre torcido” cuya muerte no ayudaría en su opinión a la lucha contra el sida “porque le dio un glamour al estilo de vida que lo causa”.
Han pasado casi 30 años de la desaparición del mítico cantante de Queen. Los tiempos han cambiado y la sociedad ha evolucionado, modificándose la forma de pensar en muchos aspectos. En cuanto al VIH, la comunidad científica sostiene hoy mayoritariamente que su origen estuvo en un “virus de inmunodeficiencia en simios” (SIV, en inglés). Entró en contacto con los seres humanos por primera vez en los años 20 del siglo XX, en el centro de África.
Por tanto, nadie estuvo antes, ni hoy, exento de riesgo frente al VIH… como tampoco frente al covid-19. El tiempo transcurrido y la triste actualidad de este 2020 “pandémico” nos han enseñado que la mayoría de riesgos para la salud son inherentes a la condición humana, sin distinción de ningún tipo. Ciertamente, la enfermedad y la muerte nos igualan a todos…
Resulta evidente pues que poner en solfa la figura de Freddie Mercury por cuestiones que a los fans de su música poco o nada nos importan, es una soberana estupidez. La leyenda del cantante de dentadura prominente y voz celestial se ha agigantado con los años. Aún se le recuerda por su legado musical y enorme talento, pese al estigma con el que tuvo que lidiar en sus últimos días…
Larga vida a la reina.