Todavía con el dulce sabor del triunfo de Bohemian Rhapsody en cuatro de las cinco categorías en las que estuvo nominada al Oscar el domingo 24 de Febrero, se me ha ocurrido reflexionar sobre el rol del público queenero de todo el mundo, en este presente de ensueño que estamos atravesando y merecemos disfrutar.
Si bien cada una de esas estatuillas están merecidamente ganadas por los artistas que convirtieron en realidad un viejo proyecto que parecía no poder concretarse, una pequeña porción de cada Oscar nos pertenece, queridos amigos.
Y es que los fans de Queen hemos sido muy literales con mensajes que hemos hecho nuestros, como: “Larga vida a la Reina” o “El show debe continuar”. Así que deseo darle a este artículo un formato similar al de un discurso de aceptación, sin que una orquesta comience a tocar después de los reglamentarios cuarenta y cinco segundos (como sucede en los Oscar).
Agradezco por esta felicidad a los queeneros de la primera hora, pero también a aquellos que surgieron, bajo miradas prejuiciosas que parecían decir: “Veremos cuánto durarán”, a partir de noviembre de 1991, cuando todo indicaba que la historia se había detenido. Me encuentro en ese segundo grupo, y aún estoy aquí.
Agradezco a los que se maravillaron con el Tributo a Freddie de Abril de 1992, esperando que no fuese la última vez que tocasen juntos Roger, Brian y John, porque la magia entre ellos seguía en el aire.
Agradezco a los que, más allá de las dificultades económicas, se las ingeniaron para recolectar material sobre la banda en épocas en las que no había internet. Pedían libros a sus amigos para copiar a mano cada madrugada después de estudiar y antes de ir al colegio; con sus escasos ahorros compraban cassettes y video-cassettes para grabar canciones o producciones audiovisuales, rogando que los presentadores no “pisaran” los temas. Si no había cassette virgen, se tomaba uno al que le sobraran minutos de algún lado, se tapaba con cinta la ranura correspondiente y ¡adelante hasta que alcance!
Agradezco a los que han sido capaces de ver una y mil veces películas, series, publicidades y cualquier cosa que estuviera musicalizada por canciones de Queen. También a aquellos que se esforzaron más por estudiar inglés o lo aprendieron a fuerza de traducir canciones con un diccionario, la gramática de la escuela secundaria… y mucha intuición.
Agradezco a los que hicieron lo imposible, hasta escribir convincentes cartas a las radios para poder contactarse con su Fans Club Local, luego asistieron a sus reuniones y, aunque nunca hayan podido viajar a Londres, Montreux o Zanzíbar, han buscado la manera de sentirse cerca.
Agradezco a los que tienen alma de artistas y siempre han encontrado en Queen su mayor fuente de inspiración.
Agradezco a los que, más allá de opiniones personales, han celebrado la existencia de “Queen +”, porque es la manera más cercana a la que pueden aspirar para ver a dos integrantes originales de Queen con sus canciones y su espectacularidad, rockeando juntos y deteniendo el tiempo. A los que respetan las decisiones de Brian y Roger (e, indirectamente, de John) porque los reconocen con el derecho de hacer con su legado, lo que mejor les parezca. Muchos de ellos viven en lugares alejados de Europa o Estados Unidos y no fueron contemporáneos (o lo suficientemente adultos) en la época de las grandes giras de la banda original. Por eso cada día esperan novedades de “Queen +”, con la expectativa de que anuncien un recital en su país.
Agradezco a los que aguardaron durante muchísimos años la concreción de un proyecto cinematográfico basado sobre la historia de Queen y no prejuzgaron la elección del actor principal quien, junto con sus compañeros, se ha convertido en un nuevo integrante de la generosa familia queenera, que siempre les da la bienvenida a quienes, con respeto y talento, honran la memoria de Freddie. A aquellos que han asistido a ver Bohemian Rhapsody todas las veces que han podido y en cada ocasión salieron del cine con lágrimas en los ojos y orgullo en el corazón.
Y por último, gracias a quienes a través de todos los medios disponibles, difunden el arte de Queen alrededor del mundo e intentan transmitir a las nuevas generaciones la música que marca sus vidas y han aprendido que, de Queen, siempre se puede esperar algo más.
Los premios de los Oscars y todos los anteriores deben ser, para nosotros, un reconocimiento a la lealtad, la perseverancia y la generosidad. A disfrutar de este momento. No hay tiempo para perdedores, porque somos los campeones del mundo.
Elizabeth Queen, Febrero de 2019