Adam Lambert impresionó a las estrellas durante su actuación con Queen en los Oscar.
Emma Stone saltando, Christian Slater sonriendo, Glenn Close bailando, Javier Bardem poniendo los cuernos ‘heavies’ con la mano… Pero el cantante que enardeció a la sala no lo ha tenido nada fácil.
¿Eran los Oscar o una gala musical? Ambas cosas, obviamente. La apertura de la gala número 91 de los premios de la Academia de Hollywood presentó a Queen en el escenario y todo Hollywood en pie: desde un Javier Bardem en éxtasis a Emma Watson cantando y un Jennifer Lopez alzando la mano.
We Will Rock You y We Are the Champions se sucedieron en un número breve en el que brilló especialmente el cantante, que obviamente no era Freddie Mercury (que estuvo presente siempre en las proyecciones gigantes del fondo), sino un chico de 36 años llamado Adam Lambert.
“Hay un tipo increíble en ‘American Idol’ que ha cantado canciones vuestras. Me metí inmediatamente en YouTube para ver de qué iba aquello y, efectivamente, allí estaba este tío asombroso cantando ‘Bohemian Rhapsody’”, comentó Brian May en el momento en que supo la existencia de Adam Lambert.
Nacieron en puntas opuestas del mundo y con casi 40 años de diferencia. Y, pese a eso, se puede trazar un camino común en las vidas de Freddie Mercury (Zanzíbar, 1946- Reino Unido, 1991), el legendario vocalista de Queen, y Adam Lambert (San Diego, California, 1982), el cantante que lo sustituye en las giras de la banda desde 2011 (con el nombre Queen + Adam Lambert). Lo ha vuelto a hacer en los Oscar junto a los miembros originales Brian May y Roger Taylor.
Al igual que Mercury, Adam tiene una mezcla de sangre y cultura en su ADN: parte noruega de su padre, parte rumana de su madre. Al igual que Mercury, se interesó por la música desde muy joven y comenzó a tomar lecciones de teatro y canto desde los nueve años. Al igual que Mercury, Lambert siempre entendió el escenario como un lugar al que no solo se iba a cantar, sino a ejecutar una performance. A dejar claro que en la música había tanto de voz y sentimiento como de teatralidad y artificio.
Lambert demostró esta actitud desde la primera vez que el mundo lo vio en televisión. Fue el 17 de julio de 2008. En su prueba para entrar en American Idol, Adam Lambert, entonces de 26 años, cantó (cómo es el destino) Bohemian Rhapsody.
Simon Cowell, el implacable jurado cuya figura se intentó exportar al Operación Triunfo español con la forma de Risto Mejide, lo interrumpe a la quinta línea para decirle que canta bien, pero es “muy teatral”. Un comentario que no evita que pase la prueba con los cuatro votos positivos del jurado y entre como concursante del programa en su octava temporada. Acabaría rozando la victoria: quedó segundo por detrás de Kris Allen, un tipo que se esfumó tras un disco de éxito. Adam Lambert siguió en la brecha, precisamente, gracias a su teatralidad.
Adam, abiertamente gay, partidario del maquillaje al estilo glam sobre el escenario, de pluma elegante y gesticulación intensa, llegó mucho más alto que el ganador tras salir del concurso. Su álbum For your entertainment (“Para que te entretengas”, toda una declaración de intenciones) y en single Whataya Want from Me (“¿Qué quieres de mí?”) le valieron una nominación a los Grammy y se colaron en el top 10 de las listas estadounidenses.
Pero el camino no fue fácil. Su primera gran actuación fuera del programa que le dio la fama tuvo lugar en los American Music Awards de 2009. En ella acercó a un bailarín a su entrepierna, en lo que parecía un simulacro de sexo oral, y besó a un bailarín en la boca mientras ejecutaba una intrincada coreografía para su canción For your entertainment (llamada igual que su álbum). En sus planes parecía simplemente un gesto más dentro de un gran número musical de cuatro minutos, un hecho que en 2009 no iba a escandalizar a nadie. En la realidad, pagó por ello durante meses.
No era la primera vez que veíamos besos sobre el escenario de una gala musical, incluso entre artistas del mismo sexo, ni simulacros sexuales. Lambert mantuvo que si las asociaciones de padres habían lanzado una campaña en su contra (que se tradujo en 1.500 llamadas telefónicas de queja a la cadena ABC) fue, sencillamente, porque él era un hombre gay.
Eso no fue todo: muchos programas cancelaron apariciones promocionales de Lambert como respuesta a su actuación. El programa Good Morning America fue uno de ellos, aunque mantuvo otra entrevista con Chris Brown, condenado por malos tratos entonces a su novia Rihanna. El mensaje que se mandaba era claro: un hombre gay no, un maltratador sí. “Estamos en 2009”, dijo Lambert a Rolling Stone. “Es hora de arriesgarse, ser un poco más valientes, abrir los ojos a la gente y, si esto les ofende, tal vez yo no soy para ellos”, añadió.
“Lambert tiene una gran voz y golpea las notas como lo hacía Freddie, es extravagante y adictivo, pero siempre respetuoso con Brian May y Roger Taylor”, fue la critica publicada en el periódico australiano ‘The Age’ tras un concierto en Melbourne.
El revés no pareció afectar su carrera a la larga. Durante ese año y en parte del siguiente completó su primera gira por Estados Unidos, Canadá y Japón.
Pero volvamos a 2009, al momento en que Adam aún seguía en el concurso. Brian May empezó a recibir mensajes de amigos y conocidos que le decían: “Hay un tipo increíble en American Idol que ha interpretado canciones vuestras”. May contó en un artículo para la web musical Louder: “Me metí inmediatamente en YouTube para ver de qué iba aquello y, efectivamente, allí estaba este tío asombroso cantando Bohemian Rhapsody. La gente empezó a decirme: ‘Tienes que reunirte con este tío, es el sucesor natural de Freddie, él es el tío con el que deberíais hacer giras”.
La formación Queen (o sea, Brian May y Roger Taylor, pues John Deacon lleva retirado desde 1997) ya había hecho giras con otro cantante tomando el papel vocal de Freddie entre 2004 y 2009: Paul Rodgers, de perfil muy diferente. Rodgers tenía más de 50 años cuando giró con Queen, una leyenda del rock como vocalista de bandas como Bad Company y Free, y era, por cierto, un hombre heterosexual casado y con tres hijos.
La casualidad hizo que los productores de American Idol llamasen a Queen para aparecer en la final y cantar con los dos concursantes que optaban a la victoria: el que fue el ganador, Kris Allen, y Adam Lambert. “Los dos eran buenos cantantes”, recordó May, “pero era obvio que ahí establecimos una química especial con Adam. Sucedió de forma natural y nos hizo sonreír a todos. La reacción del público fue impresionante y creo que en ese momento la idea de colaborar se quedó en nuestras cabezas”.
El plan no fructificó hasta 2011 (Lambert tenía obligaciones contractuales con American Idol que le impedían hacerlo antes). En noviembre de 2011, Lambert se estrenó como vocalista de Queen en los premios MTV Europe Music Awards celebrados en Belfast, una gala en la que Queen (mucho antes de la fiebre desatada por la película) iba a recibir el premio Global Icon. Al mes siguiente, la prensa musical informaba de un acuerdo entre Lambert y los dos miembros del grupo Queen para que la colaboración se extendiese en más conciertos.
Esto se tradujo en multitudinarios recitales (por ejemplo, en la plaza de la Independencia de Kiev en 2012, donde cantaron con Elton John) y en dos giras, una de tres fechas en 2012, una de 19 en 2014 y otra, la más larga hasta la fecha, de 80 paradas en Estados Unidos, Europa (España incluida) y Australia llevada a cabo entre 2017 y 2018. Las críticas aceptaron de buen grado el proyecto.
The Independent dijo del concierto en el O2 Arena de Londres: “Lambert tiene un rango vocal que impresiona y es maravillosamente extravagante”. El australiano The Age, tras un concierto en el Rod Laver Arena de Melbourne, dijo “Lambert tiene una gran voz y golpea las notas como lo hacía Freddie, es extravagante y adictivo”. En su crítica de junio de 2018, Fernando Neira escribió en EL PAÍS: “Y a todo esto, ¿qué tal este Adam Lambert? Pues bien, o al menos bastante mejor de lo que cualquier escéptico podría temerse de un antiguo concursante de American Idol”.
Esto no ha hecho que Lambert, uno de los hombres más ocupados de la industria musical, deje de publicar sus propios discos. El último, The Original High, editado en 2015, apostaba por derroteros electrónicos, muy diferentes de los que hace con May y Taylor sobre el escenario. Además, ha aparecido en series como Glee, participado como jurado en Rupaul’s Drag Race y en el propio American Idol y actuado en películas como The Rocky Horror Picture Show y Playmobil: the Movie (a la que prestó su voz y se estrenará este verano).
Por ahora, se puede decir que sin haber protagonizado ninguna película ha logrado poner en pie a todos los invitados a la gran gala del cine. Eso no lo pueden decir muchos.