Freddie Mercury aparece relajado, muy delgado, sin bigote, junto a su gato Óscar. La persona que se las hizo le acompañó hasta su último aliento.
Freddie tiene una sonrisa relajada. Está extrañamente sin bigote. Delgado. Mucho. Con una camisa hawaiana que le queda holgada y unos pantalones de pinzas con el tiro hasta el ombligo. Está en el jardín de su casa en lo que parece un día soleado. Cuando se disparó esa foto tenía 44 años.
Unos pocos meses después, muy cerca de ese jardín, en el dormitorio de su mansión londinense (a la que llamó Garden Lodge), Freddie Mercury, una de las estrellas del rock más queridas de la historia, moría a causa del sida.
La mayoría de los estudiosos de la vida de Freddie Mercury (1946-Tanzania, 1991-Londres) señalan que estas que se ven en este artículo son las dos últimas fotos tomadas al cantante de Queen. Fue el 28 de agosto de 1991: él moriría ese mismo año en noviembre. Al menos son las últimas fotos en las que él posa (existe otra, capturada a traición por un paparazzi y publicada en el tabloide Daily Mirror).
Las imágenes están tomadas por Jim Hutton, su pareja durante sus últimos seis años de vida. Cuando el cantante descubrió su enfermedad quiso terminar la relación con Hutton, pero este no quiso ni oír hablar del tema. “Te quiero, Freddie. No voy a ir a ningún sitio”, le contestó. Y así fue. Y el caso es que la relación entre los dos no empezó muy bien. Se conocieron en un local en 1984. Pero en ese momento Hutton tenía pareja y rechazó a Mercury.
“John Alexander, mi novio por aquel entonces, fue al cuarto de baño y un tipo aprovechó para coquetear conmigo. Yo tenía 34 años y él un poco más. Estaba vestido informalmente con jeans y un chaleco blanco y, como yo, llevaba bigote. Era delgado y no el tipo de hombre que yo encontraba atractivo. Prefería los hombres más grandes y toscos. ‘Te invito a tomar una copa’, me dijo. Yo tenía mi cerveza casi llena y contesté: ‘No, gracias’. Después me preguntó qué estaba haciendo esa noche. ‘Sería mejor que se lo preguntaras a mi novio’, le dije”. Así relata Hutton en su libro Mercury y yo cómo fue su primer encuentro con el cantante, y cómo rechazó a toda una estrella del rock.
Cuando su novio volvió del baño, Hutton le contó que alguien acaba de intentar ligar con él. “Le señalé quién había sido y me dijo: ‘¡Ese es Freddie Mercury!’. Algo que para mí no significó nada porque nunca estuve a la última en música y no había oído hablar de Queen. John, por su parte, se sintió halagado por el hecho de que un cantante famoso se hubiera interesado en su chico”, afirma Hutton en su libro.
Sin embargo, el destino quiso que se encontrasen dos años después, en 1986, en otro club nocturno. Hutton estaba entonces soltero y aceptó la proposición del artista para salir a cenar. Y ya no se separaron más. Hutton pasó a trabajar como peluquero y estilista del artista. “La reacción de Freddie ante su enfermedad fue de total incredulidad. No se hundió hasta las últimas semanas, cuando realmente se estaba muriendo”, recordó Hutton.
En una de estas dos últimas fotografías a Freddie Mercury le acompaña Oscar, uno de los cinco gatos que adoptó. Pocos meses después de que se tomara la instantánea, tanto el animal doméstico como el artífice de esta improvisada sesión fotográfica (Hutton) permanecerían al lado del músico durante sus últimas horas de vida. Días antes, Mercury se había asegurado de que sus mascotas recibieran los cuidados necesarios una vez él no estuviera para velar por ellos.
La muerte de Mercury ocurrió poco antes de que los avances científicos permitieran tratar y aliviar los síntomas del sida. “Si todo hubiera ocurrido un poco más tarde, Freddie todavía estaría con nosotros gracias a los avances en la investigación del sida. Estoy seguro”, declaró Brian May, guitarrista de Queen, a Sunday Times.
“Freddie me dijo que, cuando muriera, quería que se lo llevaran de inmediato. Quería que todo se acabara cuanto antes, con el mínimo alboroto posible. A él le habría gustado que lo incineraran el mismo día de su muerte para acabar de una vez con todo y que todo el mundo pudiera volver a la normalidad”, revela Hutton en Freddie Mercury: la biografía definitiva, el libro escrito por Lesley Ann-Jones.
En su testamento, Mercury dejó la mansión Garden Lodge que aparece en las imágenes (valorada en 22,5 millones de euros de la época) y la mitad de su fortuna (y futuras ganancias por derechos de autor) a Mary Austin, la mujer con la que convivió durante seis años, hasta que Mercury le reveló que era gay en 1976. A su novio, Jim Hutton, que le acompañó hasta que exhaló su último aliento, Freddie dejó 560.000 euros. Tras la muerte del cantante, Hutton tuvo que pasar por el trago de abandonar la casa donde había convivido casi seis años con el cantante: Austin pidió a Hutton que dejara la mansión. De hecho, Austin (que hoy tiene 71 años) sigue viviendo en esa casa.
Sin muchas opciones, Jim Hutton decidió regresar a su Irlanda natal, donde vivió hasta que falleció de cáncer en 2010, con 61 años. Eso sí, publicó el libro Mercury y yo. “Lo escribí para aliviar todo el dolor que sentía”, explicó en una entrevista donde promocionaba el libro.
“Una vez le pregunte por qué, de todas las personas del mundo que podía haber tenido me había elegido a mí para pasar los últimos momentos de su vida. Me miro y me dijo: ‘Luchaste por mí, me ganaste’. Freddie fue el mayor amor de mi vida y sé que nunca volveré a amar así”, reveló Jim Hutton.