Después de muchos vaivenes y pasos en falso parece que, esta vez sí, a finales de 2018 será posible ver en todos los cines del mundo la película sobre Queen y su carismático líder, Freddie Mercury.
Alejandro Arbelo.- Tras varios años implementando la idea, el primer obstáculo serio que vio el proyecto se produjo por las diferencias entre Brian y Roger y el actor llamado a interpretar a Mercury en la gran pantalla. Sacha Baron Cohen (Borat, El Dictador) quiso enfocar el film más allá de la perspectiva de la carrera musical, abarcando también los aspectos más sórdidos de Freddie Mercury y dando un papel preponderante a su enfermedad y muerte en noviembre de 1991. Este planteamiento chocó de lleno con el propósito del guitarrista y el batería de Queen, que pretendían en todo momento una película más soft en la que la pérdida del cantante se situase en mitad de la trama, narrando a continuación cómo el show continuó para ellos.
El siguiente y no menos grave problema para la película fue el reciente despido por parte de la FOX de su afamado director, Bryan Singer (saga X-Men). La tensión en el set de rodaje había ido in crescendo por su falta de profesionalidad (que obligó incluso a suspender la grabación) y los repetidos enfrentamientos dialécticos con el nuevo actor escogido para interpretar a Mercury (Rami Malek). Justo después del parón de Acción de Gracias, Singer no acudiría más al estudio y sería despedido. Dexter Fletcher, el escogido para sustituirlo.
Así con todo, aparentemente solventados todos los problemas y vicisitudes, Brian May declaraba recientemente para TeamRock que “Bohemian Rhapsody (título de la película) es la única oportunidad de plasmar el proyecto”. Coincido totalmente con el bueno de Brian. Y es que, ¿se imaginan una segunda película contando la vida y trayectoria de Freddie Mercury y Queen, después de un fracaso del film Bohemian Rhapsody? Sinceramente, yo no…
Permítanme una comparación. En 2013 se estrenaba la película Jobs, protagonizada por Ashton Kutcher, y en la que se narraba la vida del genio de la informática y fundador de Apple, Steve Jobs. Este film dejó a muchos insatisfechos y propició que en 2016 viera la luz otra producción, esta vez protagonizada por Michael Fassbender, que corrigió en gran medida las debilidades de la anterior. Muchas comparativas en webs especializadas apuntan que la diferencia entre una y otra película estuvo en el director y actor principal escogidos, así como en el guion. La pregunta aquí por tanto es clara: ¿por qué fue posible una segunda película sobre Jobs y en un período de tiempo tan corto? Probablemente porque su figura alcanzó tal dimensión y su muerte produjo tal repercusión a todos los niveles que la primera película no agotó la fórmula, ni la curiosidad y el interés por el personaje (¿quién no tiene o conoce a alguien que tenga un iPhone?)…
En el caso de Freddie Mercury, la grandeza, carácter icónico -cuasi legendario- y papel protagonista en la historia de la música del líder de Queen estarían fuera de toda duda, si bien en este caso habría dos importantes matices: las expectativas generadas con el film y la presencia de Brian y Roger en el proyecto. Y es que son tantos los años esperando para ver la vida y obra del genio de Zanzíbar y su banda en la gran pantalla, que un fracaso de la película dinamitaría el interés y supondría, a mi juicio, un adiós casi definitivo a toda posibilidad de volver a honrar al cantante en el mundo del cine. Por su parte, el hecho de que Brian y Roger -dos de los que vivieron en primera persona la historia-, estén detrás de todo, añade una mayor presión sobre la obra. Pronto se diría: “¿quién podría contar de nuevo en el cine algo sobre Queen, de forma atractiva e interesante, si sus propios integrantes no lograron hacerlo en su momento?”.
Muchas son para mí los interrogantes que aún existen sobre Bohemian Rhapsody. Un nuevo director casi desconocido para la gran mayoría del público; un guion que omitirá o desustanciará el triste adiós de Freddie (la película narrará los comienzos de la formación hasta el Live Aid de 1985); y un actor protagonista que si bien convence, no parece tener el mismo carisma, tablas e impronta que el primer elegido, Sacha Baron Cohen…
Toca pues esperar y, sobre todo, confiar en que May y Taylor puedan sacar adelante por fin la película y que ésta sea tan buena como lo fueron sus propios discos…