Decisiones trascendentales, oportunidades perdidas

ALEJANDRO ARBELO

Artículo de opinión. Por Alejandro Arbelo.

Pongámonos existencialistas. Quien más y quien menos, se ha enfrentado a lo largo de su vida a momentos en los que tocaba decidir. Decantarse por una opción u otra es un arte en el que no siempre tenemos garantizado el éxito. Ciertamente, ese proceso continuo de toma de decisiones que es la vida nos puede llevar a alcanzar las mayores cotas de éxito, pero también a errar lastimosamente, haciendo que la oportunidad desperdiciada o el fallo cometido, nos persigan durante largo tiempo. En términos globales, una oportunidad perdida o una determinada decisión podrían hacer que el curso vital de los acontecimientos cambiase para nosotros por completo…

Llegados a este punto, el lector/a se estará preguntando si se ha equivocado al hacer clic en el enlace del artículo y ha empezado a leer sobre la trilogía de Regreso al Futuro o tal vez un extracto de un ensayo de Psicología o de Carl Sagan. Descuide, no es el caso. Sirve la introducción anterior para hablar de esas decisiones trascendentales y oportunidades perdidas que protagonizaron, para su infortunio, tres hombres: Mike Grose, Barry Mitchell y un tal Doug Bogie, todos ellos con un nexo común: fueron los primeros bajistas de Queen

Nos remontamos a abril de 1970. Freddie Mercury le había ganado la partida a Brian y Roger, consiguiendo que la nueva e ilusionante formación se llamase Queen. Como primer objetivo en común se propusieron encontrar un bajista. Roger llamó entonces al primero de nuestros protagonistas: Mike Grose. Éste, que era un buen músico que llevaba ya 7 años tocando el bajo, aceptó la propuesta y se desplazó a Londres para unirse a la banda, dejando a su grupo hasta el momento. El 27 de junio de aquel año se produjo la primera actuación de Queen, anunciados todavía como Smile, con Grose entre los miembros del cuarteto. Tras finalizar un concierto en Truro, Grose decidió dejar la banda. Como él mismo explicaría más tarde: “Me estaba cansando de tocar. Quería probar con otras cosas, conseguir lo que todos llamaban un ‘trabajo serio’, y echaba de menos a Cornwall (su localidad natal). Pensaba, incluso entonces, que la banda podía llegar a ser una de las grandes, pero eso no impidió que quisiera retirarme”. Al margen de ello, Freddie, Brian y Roger también consideraron que, por motivos musicales, aquello no funcionaba, por lo que se despidieron amistosamente de él en agosto de 1970.

Último show de Queen con Mike Grose.

Tras este prematuro adiós, la banda se puso manos a la obra en la apremiante labor de encontrar a un sustituto. Por medio de un amigo de Roger, apareció en escena nuestro segundo protagonista: Barry Mitchell. Tras una prueba, todos convinieron en que este otro rubio guaperas era el idóneo para sustituir a Mike Grose.

Emprendió entonces la banda una serie de conciertos en Londres y Liverpool, incluyendo uno en el mítico Cavern Club, donde se iniciaron Los Beatles. Pero llegó enero de 1971 y Mitchell dijo que no se adaptaba. Había ciertas tensiones en la banda y las cosas, en realidad, no les iban muy bien. Él estaba impaciente por ganar dinero, mientras que Freddie, Brian y Roger confiaban en un proyecto más a largo plazo. Tras dos actuaciones más con la banda, Mitchell dejó Queen.

Haciendo de reclutadores de Recursos Humanos nuevamente, la banda realizó pruebas a varios músicos, decantándose finalmente por un tipo llamado Doug Bogie, (nuestro tercer hombre), básicamente por que contaba con un buen equipo de sonido. En febrero de 1971, la banda actuó en calidad de teloneros cerca de donde vivía Doug, quien invitó a todos sus amigos al concierto. El nuevo integrante de Queen desaprovechó la oportunidad y la lió a las primeras de cambio, dedicándose a dar saltos absurdos sobre el escenario y tratar de destacar por encima del resto de la banda. Al día siguiente fue despedido

En menos de un año dos músicos habían dejado Queen por decisión personal y otro como resultado de su propia incompetencia. En los dos primeros casos, el tiempo les mostró que la decisión tomada había sido mucho más trascendental de que lo que jamás pudieron imaginar. Habían renunciado con su adiós a la fama, los viajes por todo el mundo y los contratos millonarios, pero sobre todo, a formar parte de una de las bandas más legendarias de la historia de la Música. En cierto modo, su línea temporal vital cambió para siempre…

En el tercer caso, el del simpático Doug, ya no puedo ponerme tan intenso y analizar con perspectiva el error cometido. Y es que ser un gilipollas siempre pasó factura en esta vida…