El sepelio del cantante de Queen se celebró en Londres por el rito zoroástrico
∼ Publicado por Enric González en el diario El País el 28 de noviembre de 1991 ∼
Un Rolls-Royce antiguo de color negro trasladó ayer los restos de Freddie Mercury al cementerio de Harrow Road, al oeste de Londres, donde fueron incinerados. Ramos y coronas de flores fueron distribuidos en torno al edificio donde varios sacerdotes zoroástricos -la religión que profesaba Mercury- oficiaron la ceremonia. De acuerdo con el deseo expreso del cantante de Queen, se escucharon algunas grabaciones, entre ellas Barcelona, de Montserrat Caballé.
Pocas celebridades acudieron al funeral. Elton John sí se personó, con traje y gorra de béisbol de riguroso luto, para dar el último adiós al compositor y cantante del grupo Queen. David Bowie remitió una corona con un mensaje manuscrito que decía: “Te echaremos en falta”. Los demás componentes de Queen -Roger Taylor, Brian May y John Deacon- y el manager, Jim Beach, recibieron los pésames. “Era el principal y el más querido miembro de nuestra familia”, dijo Beach. La comitiva fúnebre había llegado al crematorio encabezada por tres lujosos automóviles. En el primero, un Rolls-Royce clásico, viajaba el féretro de Mercury, sobre el que estaba depositada una rosa roja. En el segundo había coronas. Sobre el tercero, un gran cisne compuesto con flores blancas. Detrás marchaban los amigos y Mary Austin, la mujer con la que el cantante convivió durante siete años y con la que mantuvo hasta su muerte una estrecha amistad. Un nutrido grupo de admiradores, la mayoría de mediana edad, tuvo que permanecer a cierta distancia del crematorio, protegido por agentes de seguridad.
Freddie Mercury, cuyo verdadero nombre era Farrokh Bulsara, había nacido en Zanzíbar en 1946 y murió el domingo, a los 45 años, a causa de una bronconeumonía provocada por el sida. Un día antes, el sábado, el cantante había hecho pública una nota en la que admitía que había contraído el virus. Se cree que ha legado parte de su fortuna a instituciones científicas que trabajan en busca de remedios contra dicha enfermedad, aunque el testamento no ha sido dado a conocer todavía.
La muerte de Mercury ha incrementado el interés del público británico hacia el problema del sida, y ha causado, asimismo, un cierto debate político. La secretaria de Estado para la Salud, Virginia Bottomley, declaró el lunes que “la muerte de alguien tan admirado y que ha sido un héroe en ciertos aspectos tendrá un profundo impacto” y “hará que muchos jóvenes se den cuenta de lo grave que es el problema del sida”. Inmediatamente se han alzado voces en el partido de Bottomley, el conservador, para recordar que Mercury era reconocidamente bisexual, que había mantenido cientos de intercambios sexuales y que había vivido de forma “promiscua y escandalosa”, por lo que “no fue un héroe en ningún sentido”.
*Este artículo apareció en la edición impresa del diario El País del Jueves, 28 de noviembre de 1991